Miguel
A. MENDOZA LOZA
Panfleto, octavilla, mosquitos,
o volantes son los nombres que llevan los escritos que se distribuyen de manera bastante furtiva, escondida,
generalmente al amparo de la oscuridad.
En el mundo democrático, en el que las personas
podemos expresarnos libremente, realizar las críticas que creamos conveniente, se
da de manera libre es condición imprescindible asumir la responsabilidad que nos corresponde por
verter opiniones que a veces pueden mellar escrúpulos personales, familiares o
sociales.
Es muy diferente el uso de estos escritos en
regímenes dictatoriales, en las que se lucha contra el régimen de opresión por
lo que los objetivos que impulsan a difundir ideas y llamar a acciones de
lucha, es un imperativo histórico, cuya
distribución tiene que realizarse de manera furtiva, amparadas en la oscuridad
de la noche, justificado por un fin noble, no por cobardía sino por preservar la integridad
física de los temerarios fustigadores.
Es en este contexto que se realizan las diferencias
de cualidades personales, así tenemos que en los regímenes dictatoriales, lo
que les inspira a los adalides de la justicia y libertad es la lucha contra la injusticia, la intolerancia, la corrupción, son fines nobles
los que marcan su derrotero, a riesgo inclusive de pagar con su propia vida
esta temeridad, o dejar sus huesos en las cárceles como históricamente se
tienen muchos sacrificios en favor de la libertad.
A diferencia de estos librepensadores, luchadores por
la libertad; se tienen a los que se han desarrollado en las excrecencias
parasitarias de la sociedad, aquellos que sigilosamente emboscados en las
tinieblas de las más lóbregas noches, atacan vilmente honores de aquellas
personas a las cuales su impenetrabilidad moral e intelectual hace que; al no poder enrostrarles de frente optan por
la diatriba, la injuria, el insulto, cual pigmeos morales frente a un gigante
decoroso y avasallador que ni se retiene a voltear la cabeza frente a los
ladridos de estos falderillos que no
llegan a tocar ni los tobillos de los encumbrados insultados y vilipendiados,
la historia nos refiere muchos ejemplos de repulsivos y abyectos sujetos frente
a dignas personas que jalonan el desarrollo de los pueblos.
Hecha esta diferenciación, vayamos adentrándonos en
los vericuetos de la podredumbre moral de los agraviadores y ultrajadores
puntualizando particularmente en sus extravíos patológicos morales y
psicológicos.
Vayamos estableciendo algunas características
psicologías de estos sujetos:
ASPECTO
SOCIO EMOCIONAL: Usualmente
tienen profundamente alterado su aspecto socio emocional, toda vez que se ven incapacitados
a demostrar sus emociones de manera natural, como el de las demás personas bien
ajustadas, poseen imperturbabilidad, frialdad, incapacidad de demostrar
emociones positivas sin embargo son extremadamente histriónicas, cuando
convienen a sus intereses son muy vivaces y hasta se tornan en personas
encantadoras, atractivas.
Estos sujetos se caracterizan por ser mitómanos y
narcisistas, inclusive escriben con bastante frecuencia, sin interesar la
calidad de sus escritos, ni evaluar las consecuencias de sus papeluchos
difamatorios, solo por vanagloria
personal, por mera petulancia y egolatría; creando fantasías en su entorno,
magnificándose; haciendo girar el entorno social a su persona porque tienen un
colosal ego, engañan con bastante facilidad y hasta son convincentes, sin
embargo son muy desconfiados, sospechan de los demás, les irrita el triunfo
ajeno, como si pusiera en peligro su estabilidad; son sujetos desconfiados,
envidiosos del triunfo ajeno, vengativos, rencorosos, no dudan en denigrar o minimizar los logros
ajenos, miran supuestamente por encima del hombro a personas que no
compatibilizan con sus ideas, son pragmáticos, por lo que consideran todo lo
que es útil a sus intereses son verdades universales, llegando a la extorsión
con suma facilidad, como si la satisfacción de sus aparentes necesidades no
tuvieran límites éticos, sociales, culturales;
le causa un profundo dolor emocional el triunfo ajeno, por sus logros de
quienes conviven con estos sujetos, lo que les genera una alta dosis de envidia
producto de su egolatría, se muestran
solitarios porque no confían en los demás, en tanto tienen torvos pensamientos,
por lo que procuran no tener amigos de confianza, solo aquellos que les son
útiles para sus intereses, no interesando en absoluto el aspecto moral, a pesar
que conoce bien los límites de lo bueno y malo, de lo aceptado y rechazado
moralmente, no le interesa en absoluto, traspasar estos límites.
En su centro de trabajo si es que posee uno estable,
se muestra con airecillos de superioridad, vanagloriándose por algunos aspectos
de índole intelectual, humillando a quienes cree inferiores y son sus
superiores en jerarquía laboral, como si por algunos designios malignos le
hubieran quitado el cargo para el cual está lo suficientemente preparado, (diseñado
dirían ellos) aunque carezca de cualidades morales y sociales como el de la
honestidad, empatía, comunicación eficaz entre otras, despotricando en sus interiores lo injusto de
la distribución jerárquica, maldiciendo
su mala suerte y reclamando sus supuestos derechos como si ciertas divinidades
le hubieran prodigado capacidades que no las tiene.
Como es lógico, estos panfletarios incursionan en
política, ya sea ofreciéndose como cabezas visibles por el hecho que tienen su
soberbia y egolatría mal fundamentada,
sin embargo se sienten más cómodos en la oscuridad en la que se sienten como
pez en el agua, despotricando inmisericordemente, ofreciéndose al mejor postor,
al mero estilo de “plumíferos de alquiler” , los denominados políticos de
oportunidad, sin recato alguno alquilan su pluma y conciencia, y estos envanecidos creyendo que son
escritores se regodean lanzado secreciones purulentas con ventilador a quienes
consideran sus ocasionales enemigos.
ASPECTO
INTELECTUAL:
Los sujetos en referencia usualmente tienen un coeficiente intelectual normal o
superior, lo que les permite ponerse en ventaja frente a las demás personas a
las cuales pretende o mejor aún manipula con facilidad, no en vano planifican
actos de índole delincuencial realizando reglajes bastante bien elaborados, pero como no existe el crimen o delito perfecto,
algo les evidencia y son delatados por algún pequeño descuido que no tomaron en
cuenta por el menosprecio a la inteligencia o capacidad de las otras personas, usualmente
optan con facilidad títulos, grados y honores académicos así como sociales,
porque gracias a su gran capacidad histriónica e inteligencia utilizada con
fines malignos, cautiva con suma facilidad a personas que incautamente se dejan
llevar por sus promesas y compromisos.
Como generalmente son personas de vivaz inteligencia,
redactan panfletos con una facilidad alarmante, por el gusto de injuriar y
enlodar honores de quienes consideran responsable de su desgracia o de poner
algún reparo a sus punibles propósitos como acto de venganza y satisfacción
personal, ya se manifestó que si bien es cierto son sumamente inteligentes,
desde el punto de vista ético, moral no reparan en dañar honores sólo por
satisfacer sus protervos objetivos, así tenemos muchos ejemplos en la historia,
siendo el más conocido el del autor de “miente, miente, que algo queda”.
Son bastante hábiles en el aspecto psicomotor,
aspecto que juega favorablemente para cometer sus latrocinios, como el de
volantear amparado en la oscuridad, asaltar bancos o despojar billeteras, su
psicomotricidad fina está bastante bien trabajada destreza que les es
imprescindible para cometer sus timos, fraudes o robos, como estamos hablando
de los panfletarios sus actividades delictuosas cubiertas por las tinieblas no
solo de la oscuridad natural sino de su pesarosa, sinuosa y atormentada vida.
Este tipo de sujetos, como se puede apreciar de la
lectura, no son los que aparecen diariamente en los canales de televisión o
periódicos, como sujetos harapientos, mal encarados, con cortes en la cara o
“galones en los brazos” muy por el contrario como dijimos pueden llegar a ser
sujetos encantadores, atractivos, encandiladores, con una frialdad emocional digna
de mejores intenciones, llegando inclusive a disgustar a sus seres más
cercanos, ya sean familiares o compañeros de trabajo, desprovistos de loa
sentimientos más básicos que le permitiría convivir con relativa tranquilidad
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